En una sartén, se tuestan juntos el ajonjolí y el anís en grano. A continuación, se muelen en un mortero. Reservar.

En un bol grande, se mezcla la harina con la sal, el ajonjolí y el anís en grano tostados. Reservar.

Se coge la naranja y se le clavan los 20 clavos alrededor. A continuación, en una sartén, se echan los 200 ml. de aceite y se fríe la naranja. Cuando esté frita, se saca la naranja y el aceite, se cuela y se deja que se enfríe.

Por otra parte, añadimos el zumo de naranja a la harina y vamos mezclando. Seguidamente, añadimos el anís dulce y continuamos mezclando. Lo mejor es mezclarlos con las manos.

Una vez frío el aceite aromatizado con la naranja y los clavos, se lo añadimos a la masa de harina y empezamos a amasar hasta que esté todo bien integrado. (Por lo menos durante 45 minutos). Tiene que quedar una masa elástica pero no aceitosa.

Ahora toca el turno de irles dando forma. En cada sitio se hace de una manera. Nosotras cogemos un trozo de masa y lo extendemos a lo largo del dedo índice de la mano izquierda (Foto 1) y le hacemos una especie de cresta en medio con la otra mano (Foto 2). De esta manera,  cuando se fría, quedará también muy jugoso por dentro. Además, hay que procurar no hacerlos muy grandes para que se frían bien (Foto 3).

En una sartén con aceite de oliva caliente, los vamos friendo por tandas. El pestiño debe quedar bien frito por dentro y doradito por fuera. Vamos poniéndolos en otra bandeja o plato con papel de cocina para que suelte todo el aceite que le sobra.

Una vez que los hemos frito todos, tenemos que enmelarlos. Para ello, cogeremos la miel y el agua y lo calentaremos en una olla hasta que se hayan mezclado bien. Las cantidades son aproximadas porque depende mucho del gusto de cada uno. Los iremos echando en la olla y dejaremos que vayan tomando el almíbar. Luego, los sacamos y cuando estén todos, les echamos lo que haya sobrado del almíbar por encima para que estén bien mojaditos.

Hay que dejar enfriar antes de comer, aunque están buenísimos hasta calientes.