ALBÓNDIGAS CON TOMATE RELLENAS DE HUEVO
¿Hay algo más rico que unas buenas albóndigas caseras? A mí me encantan. Con esa salsita, sea cual sea, esas bolitas de carne tan tiernas y jugosas hacen que la barra de pan se quede pequeña. Además, es una forma muy práctica de darle a los más peques carne. No se hacen las típicas "bolas", que se pasan de un lado a otro de la boca hasta que ya no se pueden tragar, ¡jaja! Me recuerda a mi hermana cuando era pequeña. ¡¡Ufff!! ¡Lo que pasaban mis padres y mi abuela para que comiese...!
Aunque su nombre nos desvela raíces árabes (Albóndiga - al-bunduqa - 'la bola'), ya en la Roma Imperial, el gastrónomo romano Marco Gavio Apicio hace referencia a ellas en algunas de sus obras, donde se hacían con carne finamente picada, miga de pan, especias y luego se hervían en agua salada o ligeramente especiada. Las albóndigas no eran plato de clases populares sino de las refinadas clases altas. Se cuenta que en la España andalusí, las clases populares preferían comprar las albóndigas fritas en los puestos callejeros que hacerlas en casa. En el siglo XVI, la infanta Doña María de Portugal recoge en su libro de cocina una receta en la que ya a las albóndigas se les añade huevo y un poco de harina para amalgamar la masa. Y así, poco a poco las albóndigas van evolucionando y resultan un plato exquisito para todos.
Fuente: El Heraldo
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